Este santuario de San Miguel de Aralar con más de mil años de historia, levantado en la sierra del mismo nombre, ha sido el escenario de muchas uniones a lo largo de su existencia. En abril, cuando las hojas de sus árboles todavía no se dejan ver, dos personas, Sandra y Ander han querido ser testigos de su relación, junto a familiares, amigos. Todas esas piedras que si hablasen, nos podrían contar muchísimas historias de amor. Esta es una de ellas.