Oier, pasado por agua

En nuestro estudio fotográfico no entra el agua. Ni de lluvia, ni la de mar, ni la del grifo, solo alguna embotellada para calmar la sed de nuestros modelos. Pero en esta ocasión la imaginación de un crío fue superior. Mientras su padre le alentaba a meterse, Oier se lo pensaba pues no imaginaba que el agua podía fluir bajo la boca de la ducha, el no veía nada, todo estaba en nuestra imaginación que hubiese pasado si de repente comenzara a caer agua igual que en nuestra casa. Pero la naturalidad de los niños esta por encima de nuestro pensamiento, fue comentar lo que pasaba por nuestra cabeza para que nuestro actor comenzara a desarrollar nuestra escena lluviosa.
Gracias familia por vuestra aportación.